INTELECTUALES Y PODER: CARTA ABIERTA Y AURORA DE UNA NUEVA REPÚBLICA, DOS MODALIDADES DE LA INTERVENCIÓN LETRADA EN LA REALIDAD POLÍTICA ACTUAL

Autor: María Marta Luján
Institución: Universidad Nacional de Tucumán
Eje temático: Medios, política y poder
Dirección electrónica: mariamar106@hotmail.com

Resumen:

Pensar la figura del intelectual supone asumir que la categoría de intelectual –lejos de ser un concepto acabado-se define históricamente y por su uso.
Si no podemos definir al intelectual desde una perspectiva esencialista, sí es posible una aproximación a lo que significa como sitio, rol, misión, función operativa en el todo social.
En la genealogía del concepto y más allá de las modulaciones de su significado emerge, como constante, el sentido moral de su actividad. Los intelectuales son representados –y se representan a sí mismos- como un grupo aparte, dotado de cualidades inusuales, un clase “ética” asociada con una misión, sea la de guiar una sociedad, la de cuestionarla o adelantarse a ella. La palabra del intelectual es el lugar de una ética innegociable que trata de hacer ver en los textos otros que circulan la justicia ausente, la razón ausente, la crítica ausente y la historia ausente de la historia oficial.
El intelectual es esa figura que se enfrenta al mundo en una suerte de des-poder que es, en definitiva, su poder.
Ahora bien, qué es lo ético en cada momento y para cada formación es lo que difiere y lo que determina los criterios legitimadores del campo intelectual.
En nuestro país, en el siglo XXI y ante la proximidad del Bicentenario, asistimos a dos manifestaciones que suponen la re-aparición de este rol activo del intelectual en el escenario político, en tanto conciencia que interpela al poder o los poderes desde la legitimidad que le otorga su condición de letrado.
Tanto el espacio Carta abierta como el recientemente creado Aurora, la intervención crítica se realiza desde un criterio moral, como la mirada lúcida, de-veladora de la Verdad frente a lo que se percibe como un vacío de análisis y de crítica racionales.
Lo que marca la diferencia entre ambos espacios está dado por dónde sitúa cada grupo el “peligro” que atenta contra los valores éticos esgrimidos.
En el primer caso, -y desde un apoyo “crítico” pero definido al gobierno de los Kirchner- el ataque está dirigido a las maniobras destituyentes de una nueva derecha y los medios masivos de comunicación que acompañaron el conflicto por la resolución 125; en el segundo caso, y como representantes de los valores “democracia” y “progreso”, “transparencia”, “austeridad” y “decencia”, el grupo se enfrenta al poder del matrimonio Kirchner , al proceso de decadencia nacional y a los pensadores de Carta abierta para cubrir un “inexistente debate de ideas”. Si se postulan al margen de cualquier partido político, la trayectoria de sus integrantes está marcada por una posición antiperonista y antipopulista.